lunes, 26 de diciembre de 2011

ENTREVISTA con Jorge Riechmann (17/11/2011)



Jorge Riechmann es Profesor titular de la Filosofía Moral en la Universidad Autónoma de Madrid, poeta y escritor. Ex director del Observatorio de la Sostenibilidad en España fue también responsable de biotecnologías y agroalimentación en el Departamento Confederal de Medio Ambiente de Comisiones Obreras.

Hablamos con él durante el transcurso de las Jornadas Científicas Internacionales sobre Transgénicos celebradas en Madrid el 10 y 11 de Noviembre.  Las Jornadas organizadas por Amigos de la Tierra, Greenpeace, CECU, COAG, Plataforma Rural y Ecologistas en Acción abordaron la problemática de los transgénicos (OMG) en sus diferentes ámbitos: científico, agrícola, medioambiental y de la salud. Los ponentes, en su mayoría científicos, mostraron su preocupación por los OMG y el papel de España en su comercialización.

España es el único país de la UE en el que se cultivan transgénicos a escala comercial. En 2011, según el Ministerio de Agricultura, unas 97 mil hectáreas de un maíz modificado genéticamente de la empresa multinacional Monsanto, el MON810. Una de las conclusiones a las que han llegaron los ponentes  es que el cultivo de los transgénicos al aire libre supone un grave peligro para la salud y el medio ambiente dado que su empleo es totalmente diferente del que se realiza en laboratorios. El catedrático de de biología molecular de la Universidad de Caen, Gilles Seralini, señaló que los mecanismos de evaluación de riesgo previos a la liberación de un transgénico no están diseñados para proteger ni la salud, ni el medio ambiente.

Por su lado, la doctora en ciencias biológicas, Mª del Carmen Jaizme, aseguró que los microorganismos del suelo también son víctimas de los cultivos transgénicos, y por lo tanto afecta a la fertilidad del suelo y a la alimentación.

Periodismo Humano: En las Jornadas los expertos han hablado de la necesidad de, entre otras cosas, contar con una legislación menos permisiva con los OMG y de lo necesaria que es la presión ciudadana para ello. ¿Comparte esta preocupación?.
J.R: Hay que situar los transgénicos en un contexto más amplio que el sanitario. El sistema agrario que tenemos es insostenible y los transgénicos son una parte de esa insostenibilidad y de esa injusticia. Tenemos que intentar alimentarnos de otra forma y eso quiere decir buscar en los ámbitos en que podemos la agroecología, alimentos de proximidad y dietas mucho menos ricas en carne y en pescado.

PH: Algunas criticas a los alimentos ecológicos, como la formulada por José Miguel Mulet (dirige el laboratorio de crecimiento celular y estrés abiótico del Instituto de Biología Molecular y Celular de Plantas del CISC) señalan que el sello de agricultura ecológica no hace referencia a la calidad o sanidad sino a la procedencia.
J.R: Los alimentos que proceden de la agricultura y ganadería ecológica son en su conjunto más seguros y más sostenibles que las otras opciones sostenibles, pero eso no quiere decir que no se puedan hacer las cosas mejor. Además, el hecho que un alimento sea ecológico con etiqueta de un consejo regulador o siguiendo los reglamentos europeos no lo es todo, la cuestión de que los alimentos sean locales tiene una importancia enorme. No porque sean ecológicos son necesariamente locales.
PH: En ocasiones ha citado al astrónomo Martin Rees, quien afirma que “la probabilidad de que nuestra actual civilización sobreviva hasta el final del presente siglo no pasa del 50 por ciento”
J.R.:Yo diría que el 50 por ciento es demasiado. No lo digo solo yo. Es la Agencia Internacional de la Energía (EAI, por sus siglas en inglés) la que está diciendo que hay apenas un margen de cinco años para contener lo peor de un cambio climático grave y descontrolado que se lleve por delante todo lo que llamamos civilización . Con eso la EAI lo que está haciendo es recoger lo que llevan años diciendo el IPPC, los climatólogos y científicos naturales que saben de qué va el asunto.


PH: Con la crisis actual, ¿hemos salido de esa ilusión de normalidad en la que vivíamos?.
J.R:
No. No hay más que pensar en lo que ha sucedido en otros terrenos como es la gestión económica. Esas disfunciones se podían haber visto. A pesar de esta especie de máster acelerado que es la crisis y que han caído velos, la mayoría social piensa que se puede volver a los viejos tiempos.

PH: Entre las vías que se proponen para salir de la crisis está el decrecimiento pero usted es más partidario de la autocontención, ¿no?.
J.R: Más que las palabras lo que importa son los asuntos que están detrás. Alguna gente que habla de decrecimiento no habla de cosas distintas de las que hablo yo. Lo que debería estar meridianamente claro es que no es posible seguir pensando en una economía que crezca indefinidamente a las tasas de crecimiento que se consideran necesarias dentro del paradigma en el que estamos, eso es absolutamente imposible. Y a su vez, es evidente que eso plantea problemas no solamente al stablisment productivista consumista desquiciado, sino también a las propuestas económicas de la mayor parte de la izquierda. No salimos de ese keynisianismo, o a veces marxokeynisianismo, que de todas formas sigue concibiendo la economía como una economía de crecimiento aunque luego se matice diciendo que es un crecimiento con otro modelo productivo, economías verdes… Eso tampoco es una senda que nos saque del atolladero.  Y si dejamos de lado esas dos grandes vías ya nos encontramos con que hay poca gente que esté planteando sendas económico-sociales diferentes .
De ahí que la idea de una economía de equilibrio, de estado estacionario sigue siendo la perspectiva correcta pero eso no puede ser con una economía capitalista o con un capitalismo keynesiano que parte de la izquierda propone.

PH: Una economía de equilibrio, ¿pasa por la autocontención?
J.R:
Yo hablo en un nivel de grandes principios:  biomímesis, autocontención, autolimitación, principio de precaución y ecoficiencia. En otro nivel de análisis tenemos que ver en qué tipo de instituciones y dinámicas económicas sociales se concretaría. Si la autocontención, la autolimitación no es uno de los grandes principios rectores de nuestra sociedad no tenemos demasiadas opciones de futuros.

PH: ¿Queda espacio para el optimismo?
J.R:
Hace pocos días Juan Carlos Monedero se refería a la dicotomía de posibilidad en un pesimismo esperanzado o en un optimista trágico. Pesimismo u optimismo sin más no son categorías que sirvan para nada, la cuestión es ver claro, ver qué tipos de realidades son las nuestras y no tirar la toalla, con los márgenes de acción de que se dispone y que siempre existen.
Una tendencia muy fuerte en los seres humanos es que desconocemos los márgenes de acción. Muchas veces nos decimos a nosotros mismos “es que no puedo hacer nada” pero prácticamente nunca no se puede hacer nada. A veces actuar es difícil para nosotros, costoso, nos saca de nuestros hábitos y comodidades.

PH: El 15M ¿es una muestra de cómo aprovechar los márgenes de acción?
J.R:
El 15M es importantísimo, es la ventana más importante que se ha abierto en decenios en nuestro país. Se está hablando de lo que se tenía que hablar por primera vez en muchísimo tiempo, la gente se está reuniendo en plazas públicas para hablar de economía, de ecología, de sociedad, de los poderes que realmente nos gobiernan…y eso realmente es muy importante. Pero sigue siendo una pequeña minoría social,  si no el 20N la gente no votaría lo que parece que va a votar.

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